En el mundo laboral de hoy, entender la motivación es crucial para las organizaciones que buscan obtener lo mejor de sus equipos. Sin embargo, la motivación ha evolucionado con el tiempo. Según Daniel H. Pink en su libro "Drive: The Surprising Truth About What Motivates Us" (Pink, 2009), hemos experimentado tres fases de motivación: 1.0, 2.0 y 3.0. Cada fase tiene sus características distintas y ha sido efectiva en diferentes momentos de la historia humana.
Los primeros días de nuestra existencia como especie estuvieron marcados por una lucha constante por la supervivencia. Los humanos tenían que cazar, recolectar y protegerse para sobrevivir. Aquí, la motivación era clara: sobrevivir para ver otro día. La cooperación y el trabajo en equipo eran esenciales, pero se basaban principalmente en la necesidad de sobrevivir.
Con el tiempo, a medida que las sociedades se volvieron más complejas, surgieron sistemas de recompensa y castigo para controlar y dirigir el comportamiento humano. En este modelo, también conocido como "zanahorias y palos", las recompensas (zanahorias) se ofrecen para fomentar un comportamiento específico, mientras que los castigos (palos) se usan para desincentivar otros comportamientos.
Este sistema parecía funcionar en el pasado, sobre todo en entornos industriales donde las tareas eran más mecánicas y repetitivas. Sin embargo, como señala Pink, esta motivación es inadecuada para las demandas del mundo moderno. En una era donde el pensamiento crítico, la creatividad y la resolución de problemas son cruciales, el sistema de "zanahorias y palos" a menudo se queda corto.
Entramos en la era de la Motivación 3.0, que es impulsada por factores intrínsecos. Las personas ya no se sienten motivadas únicamente por recompensas externas; quieren sentir que tienen control sobre su trabajo (autonomía), desean mejorar constantemente (maestría) y quieren ser parte de algo más grande que ellos mismos (propósito).
Es este tipo de motivación el que conduce al alto rendimiento en los equipos modernos. Un equipo que tiene autonomía para tomar decisiones, que se siente retado a mejorar y que ve un propósito claro en su trabajo, es un equipo que superará constantemente las expectativas.
El líder moderno debe entender que para obtener lo mejor de su equipo, debe ir más allá de las recompensas y los castigos y centrarse en cultivar un ambiente que promueva la autonomía, la maestría y el propósito. Esto significa dar a los miembros del equipo el espacio y la confianza para tomar decisiones, proporcionarles oportunidades de aprendizaje y crecimiento y comunicar claramente la visión y misión de la organización.
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